Fitor, es un lugar situado en medio del bosque, en el corazón de las Gavarres y con un encanto y personalidad muy particulares.

Con bosques frondosos de alcornoques y pinares con algunos claros de campo, es un entorno acogedor para caminantes, cicloturistas, excursionistas y para todo el que pase. Un lugar tranquilo, lleno de historia que transmite una magia especial. De gran belleza paisajística, por las vistas que se pueden contemplar sobre la llanura y por su personalidad que sólo puede percibir todo aquel que se acerque en primera persona.  

El origen del nombre de Fitor, que quiere decir hito o cabo, tanto en su sentido figurado como en el real, es incierto. Joan Botey, uno de los mayores propietarios de la zona y estudioso de este paraje, sostiene que podría provenir del momento de máximo esplendor territorial del condado de Empúries (s. IX), en el que sus límites iban de las Coberes a Roselló, hasta esta cordillera. El nombre aparece escrito por primera vez en el año 948 con motivo de la consagración de su parroquia, pero consta ya como uno de los pueblos fundadores integrante del actual núcleo. El poblamiento de las montañas de Fitor es inmemorial. A su término se encuentran separados por poca distancia, un gran número de monumentos megalíticos, algunos de ellos de gran tamaño, que nos evocan la presencia en el territorio de una cultura muy anterior a nuestra era.

En Fitor encontramos el núcleo dolménico más denso de la zona de las Gavarres y uno de los principales de Cataluña.

Un importante número de éstas construcciones funerarias se encuentra todavía en buen estado de conservación, hechas con grandes losas de piedra, mantienen visible buena parte de su estructura original. En Fitor se conocen quince dólmenes, un menhir y varias piedras de sacrificios. Los más conocidos se encuentran en la Sierra de Cals, donde se encuentran muy bien conservados el dolmen de dels Tres Peus, el dels Tres Caires y el de la Serra d'en Calç, desde los que se tienen unas vistas espectaculares del macizo de las Gavarres. Clica aquí para ver las rutas de los dólmenes de Fitor. 

El elemento más simbólico de Fitor, aparte de sus bosques, caminos y arroyos, es sin lugar a duda la iglesia de Santa Coloma.

Se trata de una de las joyas del macizo de las Gavarres, es una iglesia románica que se alza majestuosa sobre una pequeña llanura. El elemento más singular y característico del edificio es su gran campanario, visible desde buena parte del macizo. La influencia lombarda del románico catalán se presenta en la decoración de los ventanales del piso superior del campanario, con un friso de arcos. Junto con la rectoría y el foso forma un pequeño conjunto. Los caminos más fresados son los que llevan desde Fonteta, San Clemente de Peralta -donde enlaza con la carretera de Girona a Palamós-, de Mont-ras y la carretera de la Ganga.  

Además del valor histórico y patrimonial de los sepulcros megalíticos y de la iglesia de Santa Coloma, Fitor, ofrece un entorno inmejorable para la práctica de actividades vinculadas al turismo activo: cicloturismo, BTT o senderismo. Fitor es un sitio especial, sobre todo para aquellas personas que buscan tranquilidad.

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